Cecilia García Muñoz es integrante @DefensaDan, fundado hace 20 años con el compromiso de defender la naturaleza y los derechos humanos ambientales a través del derecho.
Blog: Huele a Gas
Las columnas de “Huele a Gas” son un esfuerzo articulado de varias organizaciones y comunidades que buscan elevar la alerta sobre el peligroso despliegue de este combustible fósil en el territorio nacional.
Terminales de gas fósil en el Golfo de California, una pesadilla climática
Cecilia García Muñoz
Este artículo fue publicado anteriormente en Animal Político.
En México se busca autorizar a los estados del noroeste a construir terminales de gas fósil con fines de exportación, para satisfacer las demandas y necesidades de EU e impactar el Golfo de California.

Una batalla crucial contra el cambio climático global se libra en territorio mexicano. Mientras la ciencia y los ciudadanos claman por la reducción de emisiones que provienen de la industria fósil y la conversación mundial se inclina a que los países se alejen de la dependencia a los combustibles fósiles, en México se contempla la pésima idea de convertir a los estados del noroeste del país en territorios de sacrificio a manos de esta industria, para satisfacer las demandas y necesidades de Estados Unidos e impactar al ecosistema más delicado y rico del país: el Golfo de California.
Del Golfo de California se extrae el 70 % de la pesca de México. Es un sitio estratégico para la conservación de especies, la seguridad alimentaria y es motor económico para la región también por el turismo. Desde el 2005, el sitio es considerado como patrimonio de la humanidad por la UNESCO por ser un ecosistema único en el que habitan aproximadamente el 39% de los mamíferos marinos del planeta, todas las variedades de tortugas marinas, y una cantidad de especies de peces que le han hecho recibir el mote universal de “el acuario del mundo”.
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En este extraordinario lugar, empresas privadas y trasnacionales pretenden construir terminales para la licuefacción de gas con fines de exportación. Lo interesante es que estas terminales no se pretenden desarrollar para atender la industria en México, es decir, no son para el consumo de energía local sino que son terminales que pretenden licuar gas proveniente de la Cuenca Pérmica de los Estados Unidos y transportarlo en buques hasta mercados asiáticos dejando en México nada más que los impactos nocivos.
Hay que decir que, de concretarse semejante atrocidad, las implicaciones no sólo incluirían la completa devastación del ecosistema, sus especies y comunidades, sino una paradójica situación en la que México, a pesar de no tener reservas de gas significativas, pasaría a ser uno de los cuatro principales exportadores de gas fósil licuado.
¿Qué tan serio es el compromiso de México con la reducción de emisiones? Si los proyectos propuestos de terminales de GFL [...] se llevan a cabo, la respuesta sería clara y contundente: inexistente.
Las estimaciones científicas derivadas del análisis de la información disponible de los proyectos apuntan a que las emisiones de los proyectos son de miles de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI). Por ejemplo, el Proyecto Saguaro de Puerto Libertad plantea ser una instalación descomunal en el desierto, cuya proporción podría equipararse al área de Central Park en Nueva York y, si funcionara a toda capacidad según los dichos de la empresa que lo promueve, aportaría los GEI de 18 millones de automóviles circulando en un año. Las emisiones de la Terminal Saguaro no vendrían solas. El gasoducto Sierra Madre que la alimentaría, con sus más de 800 kilómetros de longitud, tendría el impacto climático de 8 nuevas plantas de carbón. Cualquiera de las terminales propuestas (Saguaro Energía, AMIGO LNG o Vista Pacífico), aportarían importantes volúmenes de gases a la atmósfera como metano, dióxido de carbono y óxido nitroso, creando nubes tóxicas sobre territorios que hoy se consideran bien preservados como las Áreas Naturales Protegidas del Golfo de California.
México es parte de tratados internacionales como el Acuerdo de París en el que se compromete a reducir sus emisiones de GEI, por lo que la autorización de estos proyectos no sólo contraviene estos compromisos, sino que continúa promoviendo la idea de que es posible sostener la protección de la vida con los modelos desarrollistas de la industria fósil, cosa que como hemos visto con el avance de la crisis climática, es imposible. ¿Qué tan serio es el compromiso de México con la reducción de emisiones? Si los proyectos propuestos de terminales de GFL en Puerto Libertad y Guaymas en Sonora, y Topolobampo en Sinaloa se llevan a cabo, la respuesta sería clara y contundente: inexistente.

Los impactos de estos proyectos son a todas luces contrarios al bienestar de las comunidades, la biodiversidad y del interés nacional. No hay espacio suficiente para detallarlos, pero sólo tomando en cuenta la lista de los proyectos ya identificados, y partiendo de los impactos que esta industria ha probado tener en otras partes del mundo, está claro que la ASEA, la SEMARNAT y la presidenta Claudia Sheinbaum deberían revocar los permisos otorgados y no autorizar ningún proyecto similar en el Golfo de California. DAN y una coalición de organizaciones que también ha sumado a miembros de las comunidades del Golfo de California hemos señalado y enviado estos comentarios a la secretaria Bárcena, al canciller de la Fuente y a la presidenta Sheinbaum.
Si México está realmente comprometido con la defensa de la vida y con garantizar una existencia digna para las generaciones presentes y futuras, las terminales de licuefacción propuestas en el Golfo de California deben quedarse como un cuento de terror, y no convertirse en una pesadilla viviente de la que no podamos despertar robándonos el futuro.
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